El fenómeno de la transformación digital ha cambiado, en algo más de una década, nuestra vida en todas sus esferas (personal, social y laboral) y eso ha dado lugar a la transformación del puesto de trabajo.
Y es que hoy, una buena parte de la vida tiene lugar en la esfera de las redes sociales, el mayor comercio del mundo está en internet (se estima que en un par de años, moverá una cifra de negocio superior al PIB de la cuarta potencia mundial, Alemania), y trabajamos desde lugares que nada tienen que ver con la “Oficina” (en casa, un hotel, un aeropuerto, etc.). Todo ello asomándonos a la ventana de ese enorme mundo digital que son los múltiples dispositivos que cada día usamos (portátiles, tabletas, teléfonos, televisiones inteligentes, etc.).
La transformación del puesto de trabajo permite al trabajador estar completamente desvinculado de lugares físicos (oficina) o de dispositivos únicos (“terminal del sistema”), produciéndose lo que nos nuestros vecinos portugueses denominan como “desmaterialización” del puesto de trabajo, que no deja de ser un proceso de transformación que nos permite acceder a nuestras herramientas en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Qué desafíos tiene la transformación del puesto de trabajo
En el ámbito de la empresa, esta transformación del mundo está trayendo enormes desafíos como la competencia global y la necesidad de adaptarse a los cambios a una velocidad que nunca antes habíamos conocido. Como es lógico, estos cambios han producido un enorme impacto en las áreas de IT de las empresas, que ven como las nuevas exigencias del negocio y de los usuarios (destacando entre ellas la movilidad), implican tener que manejar entornos extraordinariamente complejos con los mismos o menos recursos que hace unos años y, además, manteniendo los sistemas legacy en operación. La transformación del puesto de trabajo (que no es sólo tecnológica, sino también de organización y, sobre todo, cultural), no es una cuestión menor ni es posible abordarla de un día para otro.
Algunos de los grandes analistas del sector están recomendando, desde hace tiempo, gestionar esta transformación con la ayuda de un ‘plan maestro’ que contemple todas sus vertientes (personas, procesos y tecnología) y sus interrelaciones, y hacerlo en un periodo de al menos 3 años.