En la actualidad el uso de los rasgos y características biométricas como factores de identificación, autenticación y validación personal se ha convertido en algo cotidiano.
La biometría ha irrumpido en nuestra vida personal en paralelo a la efervescencia de la digitalización de nuestras actuaciones diarias con las instituciones privadas y públicas (Bancos, Hospitales, Administración Pública, Seguros,….). Además, los canales de interactuación de las personas se han vuelto no presenciales en la mayoría de los casos.
Esta realidad está forzando a que la tecnología permita identificar, validar e interactuar de manera remota con nuestro entorno transaccional mediante nuestra propia y única identidad personal; nuestros rasgos biométricos únicos, personales y distintivos de cada persona.
Todo registro previo y custodia segura de nuestros rasgos personales biométricos nos permite operar de manera remota con plena comprobación, comparación y validación de nuestra identidad y en base a nuestros aspectos biométricos personales (firma biométrica manuscrita, voz, huella digital, rostro facial…).
VENTAJAS DEL USO DE LA AUTENTICACIÓN Y LA FIRMA BIOMÉTRICA
En este entorno, la autenticación y la firma biométrica, bien sea manuscrita o mediante nuestra voz o nuestra huella digital biométrica, permite en nuestras operaciones remotas cotidianas, bien de manera presencial o de manera remota, capturar nuestra identidad empleando dispositivos especiales (tabletas, teléfonos inteligentes, plataformas tecnológicas,..) que recogen, además de la propia grafía, otros rasgos biométricos del firmante como la voz , la huella, el reconocimiento facial o el iris ocular. Los rasgos biométricos que se capturan a través de dispositivos o sistemas, pueden ser, en el caso concreto de la firma biométrica manuscrita los siguientes; la velocidad con la que se escribe, la aceleración en la escritura, la presión, las inflexiones y los cambios de dirección y vuelo del lápiz mientras se firma. Por otra parte, pueden ser también de otro tipo como nuestra propia voz, nuestra huella digital o nuestro propio rostro facial o iris ocular. Esas características identifican y validan a la persona de forma unívoca y quedan registradas para posteriores comparativas.
Si bien todas permiten validar a una persona, la forma más habitual para proceder a una firma y aceptación contractual son la Firma biométrica manuscrita, la firma por voz y la huella digital. El reconocimiento facial y del iris, complementan a las anteriores como vía de validación y autenticación personal.
Para concluir, la combinación de otros rasgos biométricos personales añaden más seguridad a la autenticidad de la operación y llevan implícita la identidad de la persona en un grado tan elevado que es imposible suplantar, lo que aporta plena validez legal.